23 noviembre, 2015 07:39
La promesa de Mauricio Macri de liberar el tipo de cambio si era electo presidente comenzó en las últimas semanas a meterle una presión adicional a los precios y ahora que ya fue elegido esa presión aumentará. Los empresarios saben que si se terminan las restricciones cambiarias, la cotización del dólar oficial va a subir, al menos en el corto plazo, y en Argentina los precios de la gran mayoría de los bienes y servicios bailan al ritmo del dólar. A su vez, el líder del PRO aseguró que le pondrá fin al programa Precios Cuidados, lo que garantizará un incremento adicional de la rentabilidad empresaria a costa del consumidor. Ante este escenario inminente, se espera que las empresas aceleren el ritmo de aumento de sus precios en las próximas tres semanas con un guiño del PRO, a quien también le conviene que los ajustes comiencen ahora para endilgárselos al gobierno que se va.
Las empresas suelen aprovechar las transiciones para sacar una mayor tajada. La última vez que ocurrió fue a fines de 2013, cuando Cristina Fernández de Kirchner nombró a Axel Kicillof ministro de Economía y accedió a desplazar a Guillermo Moreno de la Secretaría de Comercio Interior, un funcionario clave que había estado a cargo de negociar los acuerdos de precios desde abril de 2006. La salida de Moreno se comunicó el martes 19 de noviembre y se efectivizó recién el lunes 2 de diciembre, cuando Kicillof puso a Augusto Costa al frente de la secretaría. Kicillof y Costa mantuvieron la primera reunión con la Coordinadora de Industrias de Productores de Alimentos (Copal) y las principales cadenas de supermercados el miércoles 4 de diciembre. No le
s fue fácil porque Moreno les había dejado poca información sobre los distintos acuerdos que había ido negociando con las empresas. La nueva gestión tuvo que empezar prácticamente de cero, pidiéndoles a las distintas empresas datos sobre su estructura de costos para sellar un nuevo acuerdo de precios. De esas negociaciones surgió el Programa Precios Cuidados que entró en vigencia el lunes 6 de enero de 2014. Durante ese mes y medio de transición entre la salida de Moreno y la entrada en vigencia del nuevo esquema de control, las empresas remarcaron los precios a mansalva. Algunas se excedieron tanto que a partir de enero aceptaron bajar el valor de algunos de sus productos en un reconocimiento implícito de los abusos que habían cometido en diciembre, cuando el nuevo equipo económico se estaba acomodando.
En la transición actual los riesgos para el consumidor son mucho mayores porque no sólo es un cambio de funcionarios sino de gobierno, de uno que cree en los acuerdos de precios a otro que identifica al mercado como el mejor asignador de los recursos y que ya anticipó que va a desmontar lo que está vigente. De hecho, Macri adelantó que no seguirá con Precios Cuidados porque su principal objetivo será bajar la inflación, aunque todavía no dijo cómo lo hará. “Yo quiero que los argentinos puedan ir al supermercado y en la primera semana, en la segunda, en la tercera, o en el quinto mes los precios sean los mismos, como les pasa a los uruguayos, a los chilenos, a los paraguayos que no les aumentan los precios todas las semanas. Viven en economías estables porque no tienen inflación”, sostuvo la semana pasada en un programa televisivo. El objetivo del macrismo es bajar la inflación a un dígito en dos años, pero mientras tanto la gente seguirá yendo al supermercado. Por eso, los anuncios de eliminación del programa Precios Cuidados generan cierta inquietud.
Más allá de sus declaraciones, lo que Macri comenzó a negociar con las grandes empresas formadoras de precios a través de algunos enviados informales es que cuando él asuma mantengan relativamente estables una serie de productos que conforman la canasta básica y remarquen el resto. En algunos casos, eso podría suponer subas de hasta el 60 por ciento en productos que, si bien estaban fuera del programa Precios Cuidados, no tenían precios libres porque su actualización también era negociada con la Secretaría de Comercio trimestralmente, o en algunos casos cada seis meses. Según fuentes de dos grandes empresas multinacionales que venden productos de consumo masivo, el precio de muchos de esos bienes se encuentra “retrasado” y es ahí donde concentrarán los ajustes. No obstante, la intención de las firmas no es esperar hasta el recambio presidencial del 10 de diciembre sino aprovechar la libertad relativa que podría ofrecerles la transición actual. En ese punto tienen el visto bueno del PRO, donde prefieren que la mayor parte del costo político lo pague el gobierno que se va. En las últimas semanas, ya empezaron a registrarse algunos aumentos por encima del ritmo habitual, sobre todo en alimentos y bebidas, productos electrónicos y ropa, lo que impactará en la aceleración de una inflación ya de por sí alta para el promedio de la región.