Desde que se conoció el crimen de la concordiense Gladys Beatriz Moledo, ocurrido en los primeros minutos del martes último en Río Grande, la Justicia del Distrito Judicial Norte de Tierra del Fuego, representada por el juez de Instrucción Daniel Césari Hernández, produjo numerosas medidas que arrojaron rápidamente resultados positivos.
El hecho, signado por un grado de ensañamiento bestial hacia una mujer de cuerpo menudo y baja estatura, en total estado de indefensión, dejó al descubierto una trama de conflictos familiares entre la víctima y su hija adoptiva y terceros allegados a esta última, que permitieron a los investigadores determinar desde el primer momento que no se estaba ante un homicidio cometido por un extraño con motivos de robo sino por personas que conocían bien a quien sometieron a una violenta muerte frente a su pequeño nieto.
Los primeros pasos en la investigación condujeron directamente a la hija adoptiva de la persona fallecida, a quien la hermana de Gladys, Ana Moledo, catalogó de «monstruo de persona». Ayer la joven de 18 años fue la primera en ser llamada por el juez Césari a prestar declaración indagatoria, y fue la primera persona a la que personal policial de la Comisaría 4ta detuvo al ser encontrado el cuerpo destrozado a golpes y puntazos de su madre, en una humilde vivienda de la calle de la Margen Sur de la ciudad de Río Grande, en la calle Monte Independencia Nro 113 del barrio El Mirador.
Sobre la hija adoptiva de Gladys pesa la sospecha de que haya participado junto a otras personas en el crimen, dado que era sabido en la familia que estaba fuertemente enfrentada a su madre a la que la Justicia le había confiado la guarda de uno de sus hijos. Gladys se encontraba peleando judicialmente por la recuperación de una beba de ocho meses de vida, a quien su hija habría dado en una adopción irregular a un matrimonio que también está detenido por el homicidio.
Algunas personas allegadas a la infortunada abuela confirmaron que Gladys sufría los desbordes de su hija adicta desde hace varios años, que se había hecho cargo del hijo mayor de ésta, de dos años, y que se encontraba en una batalla judicial por recuperar a la hija menor, su nieta nacida a comienzos del año en curso.
La misma fuente reveló que la bebita habría sido adoptada por un matrimonio que ya tiene un hijo de 17 años de edad, en una maniobra de privación de identidad, a la que con la complicidad de terceros habrían inscripto como hija biológica. Estas personas también sostenían un fuerte enfrentamiento con Gladys, quien intentaba recuperar a la niña para criar a sus dos nietos juntos. Inclusive la abuela había denunciado al matrimonio como partícipes de ritos umbandas, haciendo constar ante el Juzgado de Familia y Minoridad que temía por la integridad de la menor.
Fuente: Diario Prensa