16 octubre, 2020 11:43
«Todo el mundo debe estar en su casa a las nueve de la noche, salvo las excepciones que ya se han explicitado». Contundente y breve fue el mensaje del primer ministro francés, Jean Castex.
Lo hizo al firmar el decreto del presidente Emmanuel Macron, que impone un toque de queda para París y una decena de las ciudades más grandes de Francia.
Unas 20 millones de personas en ciudades como la capital, Marsella o Lille se verán afectados por esta medida, que prohíbe circular por las calles entre las 21 y las 6 durante al menos un mes.
La noticia parece dar un aval explícito a la medida presidencial. En las últimas 24 horas, Francia registró 30 mil nuevos casos de contagios. A ese dato deben sumarse 88 muertes en el mismo lapso.
El primer ministro francés confirmó que el toque de queda requiere que casi todos los negocios tengan que cerrar sus puertas a las 21, excepto los que se consideran esenciales.
Los infractores deberán pagar una multa de 135 euros (US$ 160). También prohibieron las bodas y otras fiestas en lugares públicos, así como las fiestas de estudiantes. Las reuniones en casas privadas deben limitarse a seis personas. Por Twitter, el presidente galo, reseñó los alcances del toque de queda.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, está presionando al gobierno para que suavice las reglas para los teatros, cines y otros lugares culturales y que los clientes puedan volver a casa más tarde.
Los propietarios de restaurantes también critican la medida que, según ellos, tiene poco sentido dadas las normas de distanciamiento social que ya aplican en sus establecimientos.
Para la alcaldesa de Marsella, Michèle Rubirola, la medida muestra que los esfuerzos del gobierno para reforzar los sistemas hospitalarios han sido insuficientes.
Europa analiza con preocupación cómo se reavivaron los contagios por COVID-19. Afortunadamente, hasta el momento, pese a la suba de casos a niveles similares al peor momento de la pandemia entre marzo y mayo, los índices de mortalidad son mucho más bajos.
De todas maneras, el responsable de la OMS en Europa, Hans Kluge, advirtió que al Viejo Continente «se le acaba el tiempo para tomar medidas eficaces que frenen el impacto de esta segunda ola».