En Paraná sigue habiendo gente que, por diferentes motivos vinculados a sus historias personales o a las limitaciones físicas del lugar, continúa durmiendo a la intemperie y necesita abrigo, más allá de los esfuerzos hechos desde las organizaciones no gubernamentales y la Municipalidad para que la gente en situación de calle en Paraná cuenten con un espacio de contención, que funciona desde marzo del año pasado en el Centro Integrador Complementario (CIC) II en la capital entrerriana.
Atento a esta dolorosa realidad y tras el descenso de la temperatura en la región desde el inicio de esta semana, hay colectivos solidarios que se están ocupando de llevarles algo de abrigo, y desde el grupo Un Cielo Nuevo, que pertenece a la parroquia La Piedad, siguen cocinando para acercarles un plato caliente los martes a la noche y brindarles compañía, una charla, una muestra de afecto que les apuntale la esperanza.
No es una tarea fácil en plena pandemia, pero existe un fuerte compromiso de trabajo en red para poder darle continuidad a la labor que iniciaron hace casi una década.
El padre Horacio Correa es quien está a cargo de La Piedad, de la cual dependen las capillas Jesús Misericordioso y Nuestra Señora de Lourdes. En esta última, situada en la intersección de las calles 25 de Junio y bulevar Sarmiento, funciona el Hogar de Cristo, y desde esta institución colaboran para que desde Un Cielo Nuevo llegue cada semana con sus ollas a las plazas 1° de Mayo, Alberdi (o placita del bombero, como se la conoce habitualmente), Sáenz Peña, Martín Fierro y la Terminal, y la plazoleta que está sobre calle Alem, frente a la Dirección de Tránsito municipal.
Correa contó a UNO que cada martes quienes están en una situación difícil esperan al grupo de jóvenes que sostiene esta iniciativa y manifestó: “Estamos preparando unas 60 o 70 viandas seguro cada semana, aunque es variable.
Va gente que está en situación de calle, pero por ahí capaz que hay también chicos o jóvenes que viven en un barrio, que tienen un ranchito al costado de un arroyo, o están en una zona precaria en la que no tienen ni agua ni baño, sino solo un techo, y ellos saben que los martes a la noche se va a estas plazas y a la Terminal, donde están chicas jovencitas en el tema de la prostitución y también ellas se acercan a pedir comida; y hay a veces familias que están rondando por la zona o que están relacionadas con esas personas y tienen niños, y entonces también reciben una vianda”.
Si bien el número de personas que está en la calle es variable, el sacerdote observó que son alrededor de 20: “Donde más gente encontramos es en la Plaza 1° de Mayo, en la Sáenz Peña y en la Terminal. En la calle o en situación semejante, aunque tengan un techito, hay cinco en la Plaza 1° de Mayo, en Tránsito otros cuatro, en la Terminal serán cuatro más, y a la Sáenz Peña van chicos que se juntan en esa esquina que viven en la zona de las vías, de la estación del tren, que suman cuatro o cinco más. Y está Pier, que vive bajo un árbol grande al lado del anfiteatro y al que también le llevamos algo en cada recorrido”.
Según comentó, a veces son más las personas que se acoplan, y refirió: “Como que hacen grupitos para dormir juntos y cuidarse. Porque la calle tiene esto, que dicen que es la ley de la selva y sobrevive el más fuerte. Por ahí los ancianos, la gente joven, y sobre todo las mujeres, que no se ven tanto pero hay, sufren mucho, porque les roban hasta lo que no tienen. Y quizás puede haber violencia, porque para drogarse y demás hacen cualquier cosa”.
Guisos de arroz o fideos, pizzas y otros menúes son los que alimentan el cuerpo pero también el alma de quienes reciben la visita de los integrantes de Un Cielo Nuevo. “Preparamos una olla grande y eso generalmente se lleva todo, y algunos pueden repetir a veces. Al Hogar de Cristo van chicos que ayudan a cocinar y que han tenido su experiencia en situación de calle, y sabemos que lo que la gente muchas veces necesita no es tanto el tema de la comida, sino que le pregunten cómo está, que la traten bien, que le presten atención a veces a sus problemas”, reflexionó.
“Trabajamos mucho en conjunto y nos ayudamos con el Hogar de Cristo, cuyos integrantes van a cocinar y hacen las viandas. Nos juntamos los martes a las 17 a preparar todo, y tipo 20 o 21, o más temprano en este momento, hay quienes colaboran con el vehículo para que podamos llegar a cada lugar que vamos”, dijo, y aseguró: “Se trata de que haya un vehículo más, aparte del que lleva las ollas, y también hay chicos que acompañan en bicicleta. Somos varios, para que no sea solamente repartir comida, sino sostener eso de compartir, conversar, brindar palabras de aliento y esperanza, y también atender situaciones a veces complejas en las que se necesita sobre todo la disponibilidad”.
Por otra parte, destacó que “además se sumó a las recorridas un grupo de adultos que se llama Misionando con María”, y comentó: “Son mujeres con sus maridos, que van cada 15 días con nosotros; ellas toman pedidos de necesidades vinculadas a la higiene, a la ropa y el calzado, y están recolectando frazadas y abrigo para quienes lo precisan”.
Sandra Hellemberger es una de las referentes del grupo Misionando con María y contó UNO: “Formamos parte de un apostolado que comenzó hace dos años. Somos amigos católicos de diferentes parroquias y ante las necesidades de las personas en situación de calle empezamos a ofrecer otro tipo de cosas, como kits de higiene personal y luego complementamos con kits de merienda. Vamos los martes a visitar con Un Cielo Nuevo a quien precisa ayuda”.
“En este momento estamos recolectando cuadraditos de lana o de tela abrigada y armando frazadas, y también frazadas, ropa de abrigo y calzado en buen estado para llevarles a las personas en situación de calle”, indicó.
Quien pueda colaborar con donaciones de alimentos, se puede comunicar con Un Cielo Nuevo o a Hogar de Cristo, a través de Facebook o Instagram; y para donar abrigos o productos de higiene hay que escribir en estas redes sociales a Misionando con María.