30 junio, 2021 11:17



EL SECRETO QUE MEJOR ESCONDE MANES

Reconocido, exitoso, aclamado, ganador. Facundo Manes podría ser el prototipo ideal para ocupar una boleta electoral. Sin embargo, el nuevo crédito de la derecha argentina esconde en su currículum una agachada terrible, por la que estuvo al filo de caer en prisión y perder su matrícula. En esta nota te vas a enterar la canallada de la que fue parte. Y también vas a conocer a la “monadita” que acaba de contratar para que lo asesore en la campaña electoral. Después vos me decís cuál es más peligroso.

“Una gran ilusión”, respondió Margarita Stolbizer cuando se le consultó por la posibilidad de que Facundo Manes desembarcara de una vez en la política (en realidad en Cambiemos).

Convecidísima de su diagnóstico, Margarita, la misma que meses atrás pescamos cruzando mails con Vidal para negociar el nombramiento de jueces en la Corte y correligionarios en la provincia, afirmó sobre Manes que es una de “esas personas que oxigenan la política”, y que a su entender “hacen falta en un momento de pérdida de credibilidad” (tal vez con esto último hablaba de ella, no lo sabemos…).

Algo parecido había dicho Lilita Carrió, cuando se besó la cruz del pecho y dijo: “Ojalá acepte ser candidato, porque el futuro de la Nación está en las nuevas generaciones”.

Bueno Margarita, bueno Lilita. No queremos que se pongan mal, pero me temo que otra vez les tenemos malas noticias.

LOS CHICOS DE 1810

Hace 20 años que el neurólogo Facundo Manes viene haciendo todo lo posible para subirse al colectivo de la “nueva política”.

Él junto a su hermano Gastón (abogado), y un charlatán llamado Marcelo Bomrad, fundaron un partido en plena crisis del “que se vayan todos”, en el amargo 2002 post estallido. Todos hacían chapa con los títulos obtenidos en prestigiosas universidades europeas o norteamericanas. Se presentaban como la nueva política, decían que ganarían las elecciones con el 40% de los votos, y prometían que en los primeros 6 días de gestión tomarían todas las medidas necesarias para enderezar el país (es obvio de qué tipo de medidas hablaban). 

Y para no dejar dudas, en medio de una fastuosa crisis que arrasaba con todos los indicadores sociales, le escribieron una nota al entonces presidente George W. Bush, pidiéndole que no aprobara asistencia económica para la Argentina hasta tanto no se aplicaran estrictas medidas de recorte en el gasto social. Buen arranque, chicos.

La movida generó bastante entusiasmo al ver a estos golden-boys formados en EEUU que venían a proponer medidas fuertes, en momentos en que las estructuras políticas crujían. Y por eso no tardaron en ganarse una elogiosa nota en LA NACIÓN. 

Claro que después de que se conoció la nota, sus propuestas, y sobre todo los nombres que allí se presentaban, arreciaron emails y llamadas telefónicas a la redacción de ese diario, para demostrar que de nueva política no tenían nada, y que además eran bastante chantunes.  

Desenmascarados, allí quedó la aventura de Facundo Manes y sus amigos treintañeros, que quedaron offside en la primera de cambio.

Probablemente Facundo Manes se haya autoconvencido de que lo mejor era seguir con lo suyo, la neurología, que le prometía una carrera formidable.

Pese a ser autor de varios libros, con decenas de papers científicos en publicaciones de primer nivel mundial, probablemente Manes haya logrado su definitivo salto a la fama en Argentina en 2013, cuando tuvo a su cargo la cirugía de Cristina Fernández de Kirchner, durante su segunda presidencia. 

PARTÍCIPE NECESARIO

Aún en medio de tanto currículum exitoso, no debe haber sido menor el esfuerzo que ha tenido que hacer Manes (y los honorarios que ha tenido que pagar) para lograr ocultar un episodio gravísimo de su labor como profesional. 

Fue en 2005, cuando se prestó a una maniobra nefasta de dos hijas, que hicieron internar a su millonaria madre en un neuropsiquiátrico para quedarse con su fortuna. La mujer era una célebre artista plástica y escritora, Natalia Cohan de Kohen, viuda de un magnate. Cuando tenía 89 años, sus dos hijas recurrieron a Manes para que le firmara un falso diagnóstico que le declaraba insanía. 

Manes, carente de todo escrúpulo, se prestó para esa maniobra y afirmó haber atendido a la mujer en el Instituto Fleni. Además, obligó a una colega a que firmara otro diagnóstico, pese a que jamás había visto a la paciente.

Las dos sinvergüenzas lograron su cometido, y la pobre mujer terminó encerrada casi un mes en un neuropsiquiátrico donde la depositaron con orden médica y judicial, el 13 de junio de 2005. 

Pero a la semana, la pobre mujer -que de loca no tenía nada- logró burlar el control estricto para quebrar el esquema de incomunicación al que estaba sometida, y consiguió llamar por teléfono a un amigo para avisar que la habían internado a la fuerza, mediante diagnósticos médicos amainado, con orden judicial y con la prohibición de recibir visitas de ningún tipo, incluyendo a su abogada. 

Así fue como logró librarse de esa infamia, para escapar del cadalso que le habían impuesto sus seres más queridos, con la participación clave de un neurólogo sinvergüenza, el mismo que hoy es presentado como la “nueva política”.

La mujer demandó penalmente a Manes. Pero tal vez se equivocó al elegir al abogado que la representara, el radical Ricardo Gil Lavedra. 

Pese a que el sanatorio Fleni desmintió que la mujer haya pasado por la institución, y pese a que la colega de Manes, Griselda Russo, admitió que había firmado bajo la presión de Manes, la justicia no pareció hallar nada raro en todo esto. Y así Manes salió medianamente indemne. Aunque tuvo que ponerse. Y bien puesto.

Caso cerrado. Manes se sacudió las manos, conforme, y siguió su exitoso camino, como lo había planeado. Algunos años más tarde, tendría la difícil responsabilidad de hundir su bisturí sobre la persona que ejercía la primera magistratura del país. Nada menos. Y no falló.

BUSCATE UN AMIGO, MANES

Con varios amagues para aterrizar de una buena vez en la política, Manes siempre fue habilidoso con sus fintas, mientras seguía firmando best-sellers y coqueteando con la derecha.

Si bien tuvo un breve paso por el gabinete de María Eugenia Vidal en el gobierno de la PBA, nunca terminó de dar el definitivo salto para que su nombre aparezca en una boleta. Aunque ahora parece decidido a jugar.

Seguramente por eso es que recurrió a uno que de esto sabe, y mucho. 

A esta hora, quien analiza si Manes acepta o no el ofrecimiento de Carrió para ir como candidato a diputado por la Provincia de Buenos Aires no es el propio neurólogo sino el consultor Gabriel Douek, su flamante asesor electoral.

Para muchos puede resultar un nombre poco conocido dentro de la política. Para los analistas políticos, definitivamente no.

¿Por qué es famoso Douek? No precisamente por su lealtad o por su juego limpio. No exactamente por asesorar desde los principios de la ética y la integridad a sus clientes. Más bien todo lo contrario. 

Gabriel Douek, argentino, es tristemente conocido en la política hispanoamericana como “el señor de los trolls”. Sí, no podía ser de otra manera.

Pergaminos no le faltan. Douek fue el hombre contratado por el anterior presidente del Barcelona, Josep Bartomeu, para atacar por redes sociales a los propios jugadores del plantel. Y allí desplegó lo que mejor sabe hacer contra el mejor jugador argentino de la era post Maradona. El escándalo estalló en 2020 y le costó la presidencia a Bartomeu, quien luego terminó detenido por la justicia española. 

Cultor de las trampas, de las avivadas, de la ventaja. Amante de la guerra psicológica y de la destrucción del adversario, el propio Douek admitió haber sido el autor de “la mayor maquinaria de trolls” que se haya conocido, durante la campaña de Peña Nieto en México, en 2012. “Y nosotros armamos esa maquinaria, con 150 mil cuentas” falsas en Twitter, se enorgullecía en una entrevista con Hugo Alconada Mon en La Nación.

Douek, el asesor de Manes, presumía en la misma entrevista de su falta de escrúpulos, diciendo que recurriría a una campaña de trolls “para dañar y poner a la defensiva al otro equipo. Te pongo a un equipo que te deje los huevos al plato del día a la noche”, presumió, un par de líneas antes de afirmar que “estaría dispuesto a contratar un servicio de distribución de fake news”.

No mucho más para agregar. Creo que está todo dicho. 

A esta altura llegamos a la conclusión de que si es por este lado que viene la renovación de la política, Lilita, Marga, me parece que me quedo con Herminio Iglesias quemando un ataúd de la UCR, que resulta mucho menos dañino que estos muchachos, sembrando mentiras, firmando certificados falsos y mandando gente al neuro para quedarse con sus fortunas.