20 mayo, 2022 11:29



GUALEGUAYCHÚ: Una condena por abuso sexual, corrupción de menores y promoción de la prostitución que interpela a toda la sociedad

El Superior Tribunal de Justicia (STJ) rechazó la impugnación interpuesta por Gustavo Rivas y ordenó que se lo condene por otros 7 hechos más. En los considerandos describe “se está ante la comisión de hechos extraordinariamente graves, recaídos sobre víctimas menores de manera sistemática, y que los mismos no encontraron el cuidado y la respuesta que por tal condición merecían de parte de las autoridades estatales que los tenían a su cargo (en algunos de los casos) o por parte de los padres (en otros de los supuestos), viéndose afectada la tutela judicial efectiva que establecen las Convenciones protectoras de la minoridad.”

Un individuo con una astucia remarcable, una absoluta falta de freno ético a sus impulsos perversos y en usufructo de una notoriedad social que le ofreció durante décadas la cobertura cómplice de su entorno social, en el sentido amplio del término, que tolero lo que en definitiva era un secreto a voces, hablado siempre en tercera persona en todos los círculos sociales frecuentados por el perverso, que abarcaron a lo largo de décadas prácticamente todas las  actividades sociales deportivas y culturales de la ciudad, entidades, bibliotecas públicas y comisiones diversas relacionadas a los eventos singulares, como el desfile de carrozas  y otras actividades en las que el pederasta tenía oportunidad de reclutar sus víctimas, siempre menores de edad, a los que envolvía en sus perversiones, destruyendo la inocencia de decenas, probablemente cientos, no está determinado, aunque es dable presumir por su larga e impune trayectoria como depredador sexual.

Mientras el perverso transitaba sus décadas de fechorías, usufructuaba un reconocimiento social y profesional, (es abogado), que lo ponían en posición de un reconocimiento como ‘ciudadano ilustre’, investigador, historiador, frecuente colaborador en los medios de prensa y demás, que seguramente fueron creando en él una sensación de ‘normalidad’ en el ejercicio de sus delitos, que manifestó en reiteradas oportunidades a la prensa cuando estalló el escándalo. Declaraciones que ofrecía a los medios intentando primero negando los hechos y luego tratando de vestirlos como ‘actividades corrientes’, propias de cualquier persona en el ejercicio de su privacidad.

SE ROMPE EL CIRCULO DE IMPUNIDAD Y LA COMUNIDAD DEBE ASUMIR LOS HECHOS Y SU SILENCIO CÓMPLICE DE MUCHAS DÉCADAS.

Finalmente, una de sus víctimas, introducida por el delincuente al mundo de sus perversiones sexuales, adulto ya y en el ejercicio de un coraje cívico admirable, decidió denunciar al pederasta. Una abogada de la ciudad, a la que luego se sumo otro profesional, decidió tomar la causa como propia y transitar el arduo camino de buscar otras víctimas que tuvieran el coraje civil de acompañar al primer denunciante, asumiendo públicamente haber sido víctimas del perverso, con toda la carga de vergüenza social y señalamiento que esto significaba. Unos pocos, pero suficientes para condenar al delincuente por una parte mínima de sus delitos, pero que en su grave calificación fueron suficientes para la condena judicial.

Los amigos políticos de Rivas

De alguna manera toda la ciudad es cómplice por omisión de las acciones criminales del perverso, todos sabían y comentaban en voz baja sus actos, pero nadie jamás los había denunciado. Se podrá decir que no se puede denunciar sin pruebas, pero por la magnitud y cantidad de los delitos presumiblemente cometidos por el perverso, es dable pensar que pruebas sobraban a lo largo del tiempo de impunidad transcurrido. Aunque quienes las poseían privilegiaban mantenerse al margen del señalamiento público personal, aunque esto significare que el perverso seguiría cometiendo sus crímenes.

EL ESTADO DE LA CAUSA

«Ahora habrá que fijar una nueva pena para esas 7 denuncias porque el Tribunal de Gualeguaychú consideró probados esos hechos y por ende hay que disponer la cantidad de pena», puntualizó a R2820 el fiscal coordinador Lisandro Beherán.

El querellante en la causa, el abogado Alfredo Vitale, señaló que «si el acusado no interpone un recurso extraordinario ante la Corte Suprema de la Nación quedará firme esta sentencia y se deberá conformar un Tribunal para determinar la pena en conjunto por 8 hechos«.

La doctora Estela Esnaola, primera representante de las víctimas de los delitos de abuso sexual, promoción a la prostitución y corrupción de menores, precisó que «al rechazarse la impugnación extraordinaria presentada por Gustavo Rivas quiere decir que sigue firme la sentencia de la Cámara de Casación de Concordia». Estimó también la letrada que el condenado «seguramente apelará este fallo para ir a la Corte, pero este fallo vuelve a refrendar lo que planteamos en el juicio«, en referencia a que tanto la Fiscalía como los querellantes siempre alegaron que los delitos de índole sexual no prescriben a pesar del paso del tiempo.

LA PENA

Los delitos de la índole de los cometidos por el perverso tienen calificaciones penales severas, pero todos sabemos que la cárcel efectiva en nuestra sociedad esta reservada a quienes califican como ‘carne de presido’, en la que generalmente no están incluidos quienes son, o tienen acceso, a coberturas legales que utilizan todos los recursos para eludir los aspectos verdaderamente punitivos de la condena, como es la condena a prisión efectiva en una cárcel común.

La libertad, aunque sea condicional, o incluso domiciliaria, para esta clase de criminales, en la práctica significa que seguirán en posibilidad de seguir planeando y ejecutando sus crímenes.  La condición de anciano que califica hoy el victimario no lo exime de la perdida de sus apetitos perversos, que formaran parte de su psiquis hasta su muerte. Sobre todo porque hablamos de un pederasta que jamás manifestó el más mínimo arrepentimiento por sus acciones, por el contrario, en muchas oportunidades que al inicio de la causa le dio la prensa, trató de presentarse como u individuo ‘normal’ que tenía el derecho a manejar su sexualidad como un asunto privado y personal.  Sin asumir jamás el daño ocasionado a sus innumerables víctimas por los delitos

LA LECCION

A la gravedad de los hechos condenados se debe sumar la de la impunidad otorgada por una sociedad que callo por décadas la denuncia de los actos del perverso. ¿Razones? ‘no te metas’, ‘no tengo pruebas’, ‘no quiero que se sepa que fui su víctima’ y montones de razones por el estilo que uno habitualmente escucha en circunstancias como esta. Pero absolutamente todas abarcadas por un lugar común: la complicidad por omisión con el delincuente y sus actos.  Si queremos evolucionar hacia una mejor sociedad tendremos que reflexionar sobre todo lo ocurrido y la culpa que nos cabe por haber sido parte del silencio protector de tantos crímenes.

Fundación del Español Urgente recuerda que pedófilo es el adulto que siente una atracción sexual hacia niños, mientras que el pederasta es quien comete un abuso con ellos, y por tanto ambos términos no son equivalentes.