Por ese entonces, la expectativa generalizada era conocer cómo se había inoculado a los hooligans ingleses y si tal método podía aplicarse a los barrabravas argentinos. La contestación de Adang fue taxativa: “los hooligans estaban concentrados en grupos marginales sin relación con el sistema; en cambio, los barras están vinculados al negocio de manera sorprendente”. En una palabra: el hooligan era un anti sistema; el barra, todo lo contrario: se servía del sistema y jamás se le hubiera ocurrido combatirlo. “Si el sistema no se cambia, es naif pensar en reeducar a los barras o generar un vuelco total desde la educación”, cerró Adang.
La barra brava de Boca Juniors acaba de salir airosa de una contienda judicial que la tuvo en el foco de la escena. Y esto fue así desde su claro rol protagónico del jueves pasado hasta que en la noche del sábado el Comité de Disciplina de la CONMEBOL decidió una sanción leve frente a los sucesos escandalosos del último superclásico en La Bombonera.
No debe haber motivo alguno que le provoque angustia a La Doce; quizá, hasta haya habido algún festejo cuando fue conocido el fallo. Premiaron a la barra brava y para el club es la peor noticia. Para el hincha xeneize genuino también se trata de una puñalada por la espalda. Para el mercenario, no: podrá seguir disfrutando de una zona liberada en la cual controla todo aquello que se le antoja. Estacionamientos, merchandising, puestitos de comidas al paso, reventa de entradas y hasta los molinetes de acceso al estadio. Ya no es una cuestión de forma, sino de fondo…de fondos, se entiende.
En medio del caos, al menos hubo dos efectos paradójicos. Por un lado, los caracterizados líderes de la barra Rafael Di Zeo y Mauro Martín tendrán que volver a esperar que se les levante el derecho de admisión por parte de la dirigencia, ya que ahora quedaron demasiado expuestos. Es más, moverse en las sombras parecía ser su salvocondurcto con miras a recuperar su espacio en la tribuna. Por el otro, las apetencias políticas del presidente xeneize Daniel Angelicipor llegar a un cargo de peso dentro de la CONMEBOL – inclusive yéndose de la AFA, como adelantó el viernes – también ingresan ahora en el terreno del mediano o largo plazo, en vez de la posibilidad de verse concretada esa aspiración en el recambio cercano de dirigentes en la máxima entidad del fútbol sudamericano.
¿Puede caberle a Boca una sanción en la órbita local? Es posible, siempre y cuando se active la acción de los encargados de la seguridad en espectáculos deportivos dentro de la la Ciudad de Buenos Aires. A ojos de la legislación, las sanciones por los incidentes en el estadio xeneize pueden ser punibles. Si se pasa por el tamiz de la realidad, también resulta bueno recordar que el fiscal general de la CABA es el doctor Martín Ocampo, de relaciones aceitadas con Angelici, de quien – incluso – es el padrino de uno de sus hijos. Este funcionario, además, fue quien dictó la clausura del estadio y quien se puso a cargo de la investigación de los sucesos.
Otro negocio que tampoco quedará deshecho es el del expendio de tickets para los partidos por fuera del sistema oficial. Dos días antes del tercer y último superclásico de mayo contra River Plate, se ofrecían entradas en la web con costos que orillaban los 22.000 a 30.000 pesos. Son cifras que provocan escozor por lo siderales, pero de ninguna manera el modus operandi sorprende. Que en segundos apenas de iniciada la venta se coloque el cartelito de agotado tampoco es una rareza.
Aquí, vale aclararlo, no sólo es una situación que se produzca en Boca. El antecedente más notorio fue durante el pasado Mundial 2014, en Brasil, cuando quedaron en evidencia entradas con el apellido Grondona impreso que se les ofrecían a hinchas argentinos. En el minucioso informe de la cadena ESPN Brasil, uno de los implicados fue Luis Segura, por entonces vicepresidente de la AFA y hoy sentado en el sillón que utilizaba Don Julio. Cuando la justicia brasileña fue a fondo, terminó entregándose Raymond Whelan, director de Match Services, una empresa vinculada a la FIFA y relacionada a uno de los sobrinos del presidenteJoseph Blatter.
Tampoco es casual que los referentes futbolísticos del equipo hayan levantado sus brazos en señal de saludo a los jerarcas de La Doce antes de retirarse del campo de juego de La Bombonera y sabiendo que ese gesto iba a ser captado por las cámaras de la televisión. Quien encabezó la acción fue Agustín Orión, quien parece conocer tan a fondo este tema que también lo hizo de manera explícita durante el juego de la primera fase de la actual Copa Libertadores ante Zamora, en Barinas. Allí, hasta Venezuela, habían viajado juntos Di Zeo y Mauro Martín, ya que no les pesaba el derecho de admisión.
Pasados ya los tres superclásicos del corriente mes, habrá posibilidad de ver un cuarto de manera casi inmediata. Será el próximo 9 de junio, en Córdoba, y con público de ambos equipos. Según el empresario Guillermo Tofoni, el mismo que organiza las presentaciones de la Selección en las fechas FIFA, ya hay 45.000 entradas vendidas para asistir al juego en el estadio “Mario Kempes”. Además, señaló que será “un espectáculo para toda la familia”. En menos de un mes, entonces, volverán a estar enfrentadas las dos formaciones que se negaron a salir juntas recientemente del campo de juego de La Bombonera. Sólo Daniel Osvaldofue quien se acercó para solidarizarse con sus colegas Leonardo Ponzio, Matías Kranevitter, Ramiro Funes Mori y Leonel Vangioni tras el ataque gaseoso. Las heridas entre ambos planteles siguen abiertas.
Mientras, integrantes del Comité de Disciplina de la CONMEBOL se encargaron de difundir que Boca recibió una pena más tenue por haber denunciado a quien provocó la rotura de la tela acrílica de la manga. No es un miembro de la barra brava el implicado, o al menos ninguna de las facciones que dirimen la interna de La Doce lo reconoce como uno de sus integrantes. De hecho, ¿por qué habría que tener preocupación en la lógica de pensamiento barrabravista? Los negocios siguen su marcha. La connivencia con quienes los apañan, también. Ya lo dijo Adang: “los barras argentinos no están en contra del sistema, sino que se sirven de él”.